El atacante escapó de milagro del desastre aéreo que acabó, en 1949, con la trayectoria del mejor equipo del mundo en los años 40. Hasta 18 integrantes del Torino, perecieron cuando su avión se estrelló contra el muro de la basílica del Monte Superga.
Kubala, el único jugador que ha sido internacional con tres selecciones (Hungría, Checoslovaquia y España), había destacado desde muy joven en el Ferencvaros, el Slovan de Bratislava y en el Vasas de Budapest. Contrario al sistema comunista, escapó de su país vestido de soldado ruso.
Pasó a Austria y encontró trabajo en el Pro Patria italiano, el único equipo que le dio garantías económicas. Las autoridades húngaras, sin embargo, se sintieron insultadas por la fuga de una de sus celebridades nacionales y le denunció ante la FIFA, que le suspendió durante un año.
Solo y sin demasiados recursos económicos, el delantero encontró acomodo en el Hungaria, un conjunto formado por exiliados que recorrió Europa y América del Sur jugando amistosos para recaudar algún dinero, después llego al Barcelona.
Todo estaba a punto para que el jugador se marchara a Portugal cuando se enteró de que su mujer y su hijo habían logrado escapar de Hungría. Ladislao cambió de planes y se marchó a Udine a reunirse con sus familiares. Una casualidad que salvó su vida.
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